¿Cómo se encuentra actualmente el Papa Francisco?

No tengo información privilegiada más allá de lo que se dice en los medios. Lo que sé lo he aprendido a través de los partes oficiales y las especulaciones de la prensa. Estoy orando por él, por los médicos que lo atienden, y por su pronta recuperación.

¿Qué ha podido observar respecto a las actividades del Papa en el Vaticano?

El Papa ha estado limitado principalmente por su situación en las piernas. Desde que comenzó el Jubileo de la Esperanza, ha tenido muchas actividades y compromisos. Sin embargo, a partir de hace unas dos semanas, fue ingresado en el hospital Gemelli. Hasta ese momento, él asumió todos sus compromisos, incluso participando en el Jubileo de las Fuerzas Armadas poco antes de enfermarse. Es posible que esta actividad haya afectado su salud, ya que tenía síntomas de gripe, pero siguió adelante con sus responsabilidades.

Se dice que el Papa es un «mal paciente». ¿Está de acuerdo con eso?

Sí, he escuchado comentarios de médicos que lo han atendido, y coincido en que, a veces, el Papa no se cuida lo suficiente. A pesar de tener una gripe, continuó con sus compromisos, lo que pudo haber influido en su estado actual. No se toma el tiempo para descansar como debería, algo que sería común en alguien de su edad. Es un hombre extremadamente comprometido con su misión.

¿Cómo es el Papa en su actitud frente a la salud?

El Papa es sumamente responsable y comprometido con su labor. No diría que es rebelde, pero sí es una persona que prioriza su trabajo por encima de su salud. Él no se toma vacaciones desde 1974 y, desde que es Papa, solo ha suspendido algunos eventos debido a fiebre o molestias. En su caso, la casa de descanso del Vaticano ha estado cerrada para él; nunca ha ido, salvo una vez, para visitar a Benedicto XVI. Es un hombre que no se permite descanso.

¿Dónde se encuentra actualmente?

En Buenos Aires, en la parroquia María Reina, en el barrio Villa Urquiza.

¿Cuándo conoció al Papa Francisco y cómo fue esa relación?

Lo conocí cuando era adolescente, antes de ingresar al seminario. En ese momento él era profesor en la Universidad del Salvador. Posteriormente, nos reencontramos cuando él regresó como obispo auxiliar de Buenos Aires. Mi relación con él se estrechó aún más cuando me ordenó sacerdote. Desde entonces, tuvimos una relación cercana hasta que se fue a Roma en 2013.

¿La última vez que vio al Papa en persona, cuándo fue?

La última vez que lo vi en persona fue hace dos o tres años, cuando estuve en Roma.

¿La última vez que habló con él?

Hablamos hace más de dos semanas. Me llamó para despedirse, y aunque me dijo que se sentía algo cansado, no mencionó nada grave. Fue una llamada corta, pero era claro que no estaba en su mejor estado.

¿Cómo percibe la situación social en Buenos Aires?

La situación económica sigue siendo difícil, aunque los datos macroeconómicos muestran que la inflación está algo más controlada. Sin embargo, las dificultades cotidianas continúan afectando a la gente. A pesar de ello, hay algo de esperanza y la gente parece confiar en que las cosas mejorarán.

¿Cuáles cree que son los principales desafíos para la Iglesia en este contexto?

El mayor desafío es seguir el camino que el Papa nos ha marcado. Desde que asumió, escribió la carta «Evangelii Gaudium», donde nos pide ser una Iglesia en salida, que no se quede encerrada en sí misma. Es necesario estar en contacto con la gente, especialmente en barrios vulnerables, donde los curas villeros están haciendo un trabajo extraordinario. La Iglesia también debe involucrarse más en el debate público, como ha instado el Papa, estando presente en los temas importantes para la sociedad y llevando el mensaje de Jesucristo a todos.

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